domingo, 8 de junio de 2008

Cuando Telefonica engaña con sus planes

Sólo Marta y Miguel pueden estar tranquilos con el Plan Dúo de Internet y telefonía local. Los demás abonados de Speedy sufren por los caprichos de una empresa que hace lo que quiere con sus clientes.

¿Una estafa más de la empresa?
LA PLATA-BUENOS AIRES, Mayo 14 (Por Martín López Lastra, de la redacción de Agencia NOVA) El grupo Telefónica de Argentina se ha llevado una víctima tras su engaño publicitario realizado con las ofertas de plan de Internet banda ancha y telefonía local. Esta es una historia que tal vez le haya ocurrido a muchos, y parece conveniente compartir.

Durante dos años soporté estoicamente que un telemarketer me llamara y me ofreciera distintos planes de telefonía o de Internet en venta conjunta o por separado. Hasta tuve que aguantar que me dijeran que tenían todo estudiado y que por ejemplo me convenía contratar un paquete por llamadas a largas distancias, porque yo hacía una importante cantidad de comunicaciones de ese tipo por semana. Faltó que me dijeran a quién llamaba y de ser posible de apreciar alguna escucha telefónica propia.

Una clara invasión a la intimidad y a la privacidad, supuestamente amparada por la Constitución Nacional y los pactos internacionales a los cuales adherimos los argentinos.

En realidad, me interesaba algún plan para llamar a celulares, dado que por mi trabajo periodístico me resulta necesario. Casi todos los contactos a los cuales debo llamar no están con frecuencia en sus domicilios. Por eso, en tren de alguna economía, me pareció oportuno ver si había alguna posibilidad de promoción en ese sentido.

Como siempre ocurre, nunca hay lo que uno busca. Pese a que Telefónica es propietaria ahora de Movistar, tampoco sé si hay algún plan al menos con su empresa.

Pero ésta es tan sólo una introducción. El problema vino después, cuando decidí incorporarme al gran club de abonados de Internet por banda ancha. Sin sede y sin barras bravas.

Decidimos optar por el famoso Plan Dúo, que tiene en la publicidad televisiva al matrimonio compuesto por Marta y Miguel, quienes se pelean por todo, menos por hablar en exceso por teléfono en un esforzado objetivo de poner humor cuando te tocan el bolsillo.

Pareció haber un toque de lucidez en la promoción cuando le dijeron a mi mujer que ofrecían servicio de Internet a 1 megabite de velocidad y llamadas locales ilimitadas a un costo realmente interesante, que no lo voy a reproducir, porque esto es una queja no una publicidad.

Como pasa en la relación con muchas empresas, la sola aceptación verbal implica la adhesión. Creo que es un error que algún experto jurídico debería revisar, porque siempre habría que firmar un contrato y, de ser posible, hacerlo revisar con 48 horas de anticipación.

Pero hete aquí que se aceptó verbalmente la promoción en esas condiciones como para facilitar la realización de algunas labores de computación, sumado esto a un uso telefónico con menor control en cuanto a llamadas locales. Realmente, todo muy atractivo.

Hasta que una ingrata sorpresa hizo su aparición en escena.

Llega la factura del consumo telefónico con un valor astronómico, al menos para un hogar con dos sueldos de empleados públicos. Para darle veracidad a mi denuncia, voy a dar ciertos datos, como que pertenecen al cliente 243419100 y cuenta 547577200, esperando que esta información pueda canalizarse vía empresaria con fines restaurativos y no de represalia, lo que motivaría algún ruido mayor.

Entonces se viene el reclamo: llama mi mujer como titular de esa factura y le informan que en realidad no estábamos incorporados al Plan Dúo, al que habíamos adherido por teléfono; algo así como una patada voladora de un conocido arquero sobre un famoso delantero de Boca Juniors.

Nos informaron en Speedy que en nuestra conexión a Internet banda ancha estábamos muy lejos de una central –para ellos, lejos es a más de 3.800 metros de distancia–, y que tal circunstancia nos impedía obtener la tan preciada velocidad de un mega.

El técnico que llegó a mi domicilio a instalar el servicio nada nos dijo de la velocidad, o si lo hizo no lo escuchamos, y nada nos aclaró de cómo se nos iba a venir la estantería encima. Como en la mejor seccional policial, imperó el tan famoso principio no escrito: “No es nuestra jurisdicción, el robo fue de la esquina para allá, es decir en la seccional vecina, no tenemos nada que ver, no insista”.

Pero el tema de la velocidad de un mega y estar por debajo de ella, hace la diferencia, pero a favor de la empresa. Al no obtener tan preciada calidad y velocidad del servicio, la empresa Telefónica de Argentina, Speedy, Marta y Miguel, nos bajaron unilateralmente del plan, sin previa comunicación.

Y es obvio aclarar que esa comunicación –de alguien como los telemarketers, que perturbaron la privacidad durante años– debió estar relacionada con la aceptación de las nuevas condiciones y la posibilidad de rechazarlas. Eso no ocurrió.

No ocurrió en una empresa con una gran estructura, con gran cantidad de personal y con importantes inversiones.

Cuando nos habían aclarado que estábamos en un plan de telefonía ilimitada a nivel local, creímos en su palabra. Cuando nos dijeron que íbamos a tener banda ancha con cierta velocidad, también.

Pensamos en un acuerdo de caballeros que se vio frustrado por problemas de una empresa más ocupada en vender que en cuidar o respetar a sus clientes.

Pero tal parece que en esa gran empresa se olvidaron del cliente como persona.
(Agencia NOVA)
http://www.agencianova.com/nota.asp?n=2007_5_14&id=39993&id_tiponota=11